08 agosto, 2011

"Lágrimas sobre mi guitarra" Capítulo 6

 

Capítulo 6

  -Perdona -es una voz que ya he oído antes.
  Miro a mis espaldas y el muchacho rubio, de nuevo, se está dirigiendo hacia mí.
  -Todos mis compañeros tienen pareja y... te he visto aquí sola y me preguntaba si ya tienes compañero.
  -¡No! -digo con demasiado entusiasmo, de lo cual inmediatamente me arrepiento-. No -digo de nuevo, esta vez más calmada.
  -Bueno, ¿quieres ser mi pareja... de trabajo?
  -Sí -nos reímos y nos miramos sin saber qué más decir.
  Entonces me fijo en él, y todo lo guapo que me había parecido la primera vez que lo vi, se multiplica por dos. Al ver de cerca sus ojos marrones medio tapados por su melena corta rubia y ligeramente despeinada y su sonrisa decorada por una dentadura perfecta me quedo penosamente anonadada.
  -Tendremos que intercambiarnos los números y eso, ¿no? -me dice él rompiendo el silencio.
  -Sí, claro.
  Abro mi libreta y arranco dos trozos. Uno se lo tiendo a él y en el otro escribo mi número y mi correo. Él hace lo mismo y después intercambiamos papeles.
  -Gracias -digo casi en un murmuro.
  -Bueno, me vuelvo a mi sitio -dice finalmente-. Por cierto, soy Eliot.
  Qué absurdo que nos hayamos dado antes los teléfonos que los nombres...
  -Alison.
  Me sonríe una última vez y se marcha.

  Una vez fuera de clase, Kat comienza a bombardearme con preguntas.
  -¿También solías hacer los trabajos con los más buenorros en el instituto?
  -¡Qué va! Los solía hacer con mis compañeros de la banda de música.
  -O sea, los pardillos -dice Kat sin escrúpulos.
  Me hace reír.
  -Los pardillos son buena gente -defiendo.
  -Pero no dejan de ser pardillos. La verdad, no me importa. Me interesa más “tu compañero” -dice esto último en un tono pícaro-. ¿Cómo se llama?
  -Eliot.
  -Mmm... Eliot... le queda bastante bien -noto cómo me mira de arriba abajo-. Haréis buena pareja.
  Ahora sale una fugaz carcajada de mi garganta.
  -¿Qué? ¡No!
  -Venga Alison, ¡tú estás buena! Apuesto a que siempre te llevas a los más guapos.
  -Sí, en mis sueños. Y preferiría que me dijeras “guapa” a secas. La verdad es que creía que iríamos juntas tú y yo. Aunque por otra parte pensaba que había muchas posibilidades de que Steven se me adelantara.
  Ahora nuestro semblante se vuelve un poco más serio.
  -Bueno, es ley de vida.
  -¿Qué tiene eso que ver? -pregunto a Kat completamente extrañada.
  -Mira, yo clasifico el aspecto de las personas por rangos.
  -¿Rangos?
  -¡Sí! O niveles, como prefieras llamarlo. Hay cinco niveles. En el nivel más alto, están los súper guapos, o sea, ese tal Eliot, tú...
  -No soy tan guapa -balbuceo avergonzada.
  -Da igual. Debajo están los “guapetes”. Después están los normalitos, un rango por debajo están los feos, y en el último nivel los monstruos -mientras me comenta su teoría, va indicando con las manos cada nivel conforme los menciona.
  -Dios mío -exclamo entre risas- me estoy riendo pero en el fondo pienso que eres cruel.
  -¿Pero llevo razón o no?
  Prefiero no responder a su pregunta así que no lo hago.
  -¿Y en qué nivel estás tú?
  -Steven y yo estamos en el nivel central, en los normalitos. Por eso, él a mí me parece guapo y no descarto que yo también le parezca guapa. Y por eso tú le has parecido atractiva a Eliot.
  -Eres tonta -le digo esta vez más en serio-. No creo que yo le parezca guapa. Nunca le he parecido guapa a nadie.
  -¿Me vacilas?
  -Te aseguro que no.
  -Yo creo que sí.
  -Que no...
  -Pues no me lo explico...
  -Te lo creas o no, soy una marginada social.

  Poco después de esta conversación, nos despedimos y me dirijo hacia mi coche. En la calle hace bastante calor y de nuevo está nublado, lo que provoca que haga más bochorno aún. Entonces suena mi móvil.
Rápidamente abro mi bolso marrón y cojo el móvil. Miro la pantalla, es mamá.
  -Dime -contesto con una voz desanimada, ya que cuando mamá llama, es por algo no demasiado bueno.
  -Hija, ¿dónde estás?
  -Estoy llegando al coche. Acabo de salir de clase.
  -¿Qué tal ha ido?
  -Bien, bastante bien. No te lo vas a creer pero he conocido a varias personas...
  -Mmm... ya me lo contarás luego -me corta mamá- ¿Vienes para casa?
  -Sí. Estaré allí en una media hora.
  -Mejor que vayas directamente al hospital.
  La luz de alarma salta en mi cabeza.
  -¿Qué ha pasado? -digo más gritando que preguntando.
  -Es la abuela, se ha caído y...
  -¿Está bien? ¿Cómo está?
  -Está bien, Alison, tranquila. Pero se ha roto la cadera y la van a tener que operar.
  -Dios mío. ¿Tú estás en el hospital?
  -Sí, sí, estoy aquí.
  -Vale. Intentaré tardar lo menos posible.
  Cierro el teléfono sin despedirme y sin dejar que mamá lo haga.
  Me apresuro hacia el coche y empieza a chispear. De repente, recuerdo la última vez que mi abuela Rose estuvo en el hospital. La verdad es que no recuerdo por qué fue... ¡ha estado en el hospital por tantos motivos diferentes! Cada vez, cuando se estaba recuperando, me pedía que me llevara la guitarra y le tocara algo, y a pesar de las quejas de los pacientes de habitaciones cercanas, al final todos acababan escuchándome y aplaudiendo. Pero la última vez, mientras le enseñaba una de mis últimas composiciones y ella miraba la lluvia a través de la ventana, nadie acabó aplaudiendo. La abuela se desmayó, sin más. Se desplomó en el suelo. Y yo, tiré la guitarra. La tiré al suelo y corrí hacia la abuela. Resultó haber sufrido una fuerte bajada de tensión y a su edad le pasó factura y perdió el conocimiento durante un breve momento. No fue para tanto, pero el susto fue tremendo. Cuando la abuela recuperó el conocimiento, una enfermera me dio mi guitarra, que la había recogido del suelo. Entonces yo, olvidándome de la abuela, empecé a inspeccionar la guitarra, y estaba perfecta. Ni un rasguño.
  Mientras recuerdo esta mala experiencia, me apoyo en el capó de mi coche a pesar de que sigue chispeando. A lo lejos visualizo a Eliot que parece estar buscando su coche. Guardo el móvil en el bolso y busco las llaves, y distingo una lágrima entre las pequeñas gotas que se posan poco a poco en mi cara.
Estoy realmente preocupada. La salud de la abuela es muy débil, y el médico nos dijo hace tiempo que cualquier día de estos se iría.
  Entonces rompo a llorar. Me tapo la cara con las manos al escuchar que un coche se aproxima. Mientras intento concentrarme en dejar de llorar, noto que el coche aminora hasta que se para, justo delante de mí. La ventanilla se abre. Yo sigo con la cara tapada.
  -¿Alison? ¿Estás bien?
  No quiero que me vea llorar, pero tampoco quiero que piense que soy una grosera por no contestarle. Así que me destapo un poco la cara y clavo la mirada en la rueda delantera del coche.
  -Sí. Bueno... -lucho porque mi voz no se note frágil.
  Aunque suplico para mis adentros que se despida y se marche, Eliot, por el contrario, abre la puerta y sale del coche. Levanto la vista y lo veo acercarse a mí.

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Hola. Solo si te interesa, ya he subido el nuevo capítulo de la novela Lágrimas Sobre Mi Guitarra. Aquí te dejo el enlace por si te interesa http://inmapequenaescritora.blogspot.com.es/2013/06/lagrimas-sobre-mi-guitarra-capitulo-19.html
      Un saludo :)

      Eliminar
  2. Hola. Solo si te interesa, ya he subido el nuevo capítulo de la novela Lágrimas Sobre Mi Guitarra. Aquí te dejo el enlace por si te interesa http://inmapequenaescritora.blogspot.com.es/2013/06/lagrimas-sobre-mi-guitarra-capitulo-19.html
    Un saludo :)

    ResponderEliminar

Críticas y comentarios