¿Alguna vez has sentido que naciste en el lugar equivocado y
que además elegiste el camino equivocado? ¿No es la cosa más frustrante que
existe?
Nadie puede elegir dónde nace, eso es irremediable. Pero
conforme vas creciendo, vas eligiendo las cosas que deseas hacer, vas siendo
cada vez más capaz de distinguir las cosas que forman parte de tu vida y de tu
forma de ser.
Pero, ¿qué ocurre si tu desarrollo sólo se ha basado en
hacer lo que papá y mamá te decían? Quiero decir, hay veces en las que nadie te
sugiere algo o incluso nadie te anima a seguir adelante. Es por esto que
abandonamos cosas, sueños, porque nos creemos incapaces y en el momento
adecuado nadie nos dijo “no, debes seguir” o “si le pones empeño, lo
conseguirás porque eso está hecho para ti”. Y cuando pasa el tiempo, los años y
cuando hemos madurado, volvemos la vista atrás y pensamos “ojala hubiera
seguido con ello”, pero ya es demasiado tarde para seguir. Es con esto con lo
que me refiero a elegir el camino equivocado. Creemos que no somos capaces de
algo o que no servirá de nada realizarlo, pero cuando ya es tarde nos damos
cuenta de que lo que dejamos atrás, por un impulso o por simple cobardía, era
lo que formaba parte de nuestro ser, pero ya no podemos retomarlo. Y esto nos
lleva a un estado constante de frustración y lamentación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Críticas y comentarios