Los límites del amor

  Cuando te conocí, no supusiste nada para mí. Cuando iniciaste la primera conversación conmigo, me llamaste la atención. Cuando hablar casi cada día se convirtió en costumbre para nosotros, comencé a sentirme atraída por ti. Cuando nos vimos una segunda vez, me sentí nerviosa. Mientras esperaba verte de nuevo, me di cuenta de que me empezaste a gustar. Cuando nos dimos el primer beso, me di cuenta de que quería  más. Después, cada vez que hablaba contigo, cada vez que te veía, cada vez que te besaba... mis sentimientos por ti fueron aumentando. Al final, me enamoré.

  Con el paso del tiempo, el hábito de estar juntos, nos llevó a la rutina. Algunas veces, tanto tiempo juntos nos llevaron a peleas. Día tras día, fuimos perdiendo la ilusión del principio a pesar de que aún nos queríamos.

  Las relaciones deberían ser un continuo enamoramiento. Cada día que pasas junto a la otra persona, cada beso, cada momento, cada conversación, cada pelea... todo debería ser un incentivo para ir enamorándote un poco más del otro, porque el amor no debería decaer. El amor no se mide y no tiene un límite. Siempre puedes amar más o amar menos. Puedes llegar al límite de dejar de amar, pero no puedes llegar a un límite de amar al máximo, porque eso siempre puede aumentar.