24 diciembre, 2014

Un año más

  ¿Dónde quedaron esas grandes cenas familiares, llenas de juegos, villancicos, bailes y risas? Ya no sólo faltan los que se fueron allá arriba, sino que ni siquiera vienen los que pueden. Ya no hay miles de platos sobre la mesa, se han reducido a la mitad, gracias a esta crisis que nos está ahogando. También tendré que volver a repetir vestido por cuarta vez este año, pero qué más da, ya ni nos molestamos en echar fotos, parece que no queremos tener recuerdos de estas pobres citas. Las veintitantas personas de antes se han reducido a ocho. A lo mejor ya no nos podemos hacer regalos, ni tenemos comida tan abundante como antes, y más de uno repite modelito, pero lo importante es que tenemos un techo bajo el que reunirnos, que tenemos un traje exclusivo para la fecha, que tenemos al menos un plato de comida y que nos congregamos para la ocasión. Dentro de los pobres, somos los más ricos. Sólo desearía que algún día esto cambiara, ser como esas hipócritas personas que tienen el triple de comida de la que les cabe en el cuerpo, que se llenan de regalos y que se pueden permitir ir a la peluquería para la noche de hoy. Y no, no es para ser hipócrita como ellos, es para poder poner un plato de comida a ese perro abandonado de la calle, para llenar de abrigos a los necesitados y darles un plato caliente, porque mi mayor felicidad de estas fechas estaría en que todos las viviéramos por igual.

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