17 marzo, 2016

Corazón helado

Corazón helado, así me dejaste cuando ya bailabas con ella cuando yo aún podía verte. No me había dado tiempo a dar la vuelta y marcharme de lo que habíamos construido tú y yo, cuando ya la estabas haciendo reír de la misma forma en la que me hacías reír a mí. ¿Recuerdas? Eras tú el que me prometía que no provocarías esa sensación en otra persona que no fuera yo, pero rompiste tu promesa. Y así me quedé, con el corazón helado. Te pusiste una venda en los ojos para evitar ver lo que me estabas haciendo pero, no lo niegues, lo sabías, y te daba igual. Te convertiste en un cuerpo que alojaba a un gran desconocido. De repente, fuiste alguien que creí que nunca llegarías a ser. Eras como cuando el viento sopla demasiado fuerte y te hace cerrar los ojos para protejerlos. Pasamos de ser una cumbre a ser el fondo de un volcán. Solo lava revolviéndose furiosa, sin decir nada. Y ella, tu mar. El mar que te enfriaba y te calmaba. El mar que con tan solo una ola te acogió y rompió nuestro fuerte, un fuerte destructible al que  le faltaban los cimientos, unos cimientos que tú no construiste lo suficientemente fuertes. Me gustaría saber qué pensaste cuando supiste que mi torre seguía en pie, que yo seguía levantándola sin ayuda de nadie. Supongo que el corazón helado pasó a ser el tuyo, cuando tus ladrillos ya se habían perdido en su mar, cuando comprendiste que con ella jamás construirías otro fuerte y que sin embargo yo había sido capaz de reponerme por mí misma. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Críticas y comentarios