09 septiembre, 2011

"Lágrimas sobre mi guitarra" Capítulo 8 - 1ª parte

 Capítulo 8

  Al oír mi nombre tan inesperadamente, me sobresalto y doy un pequeño tumbo del susto. 
  -¿Pero qué haces aquí todavía? -dice papá a mis espaldas.
  Adiós Eliot. He esperado lo suficiente.
  -¿Nos vamos a casa? -me limito a decir en un tono enfadado.
  Mamá se acerca y me da un abrazo no lo suficientemente fuerte que a ella le gustaría, pues su barriga nos lo impide. Con esto, me da a entender que está al tanto de lo que ocurre. O al menos se lo imagina.
  Entonces, un Jeep rojo se para frente a nosotros. Este coche ya lo he visto antes detenido frente a mí, y fue esta misma mañana. Empiezo a abochornarme.
  Muy a mi pesar, Eliot baja la ventanilla y asoma la cabeza.
  -Hola -exclama un poco tímido.
  Mis padres no son de aquellos que te suelen avergonzar en situaciones como ésta, y me alegro de ello.
  -Ten cuidado, cielo -me advierte mamá.
  Y se marchan en busca de nuestro coche.
  Eliot y yo los observamos alejarse un poco. Una pequeña cola de coches se empieza a formar tras su coche.
  -¿Subes? -me dice más animado.
  Me limito a subir al asiento del copiloto. Cuando lo hago, él, para mi sorpresa, se acerca y me saluda con un beso en la mejilla. Después me advierte que me ponga el cinturón.
  Esto no me hace olvidar que estoy un poco mosqueada por su retraso, así que se lo hago notar.
  -Pensé que no vendrías.
  Él suelta una fuerte carcajada.
  -¿Te acuerdas esta tarde, cuando te pregunté si realmente me creías tan torpe? Pues realmente lo soy. Me he perdido y he estado un buen rato parando a preguntar en qué dirección podría encontrar este hospital.
  -Ah -pronuncio un poco arrepentida.
  -La verdad es que pensé que sería fácil moverme por aquí. Hace ya una semana que llegué a Pittsburgh y como no conocía a nadie, he pasado los días dando vueltas con el coche y paseando, intentando grabar los lugares y las rutas en mi mente. Pero creo que no ha funcionado del todo. Lo siento.
  Me doy cuenta de que le estoy mirando con la boca un poco abierta, y rápidamente pongo la mirada al frente.
  -No importa.
  -Tengo suerte de que no te hayas ido. Habría quedado muy mal. Seguramente ya estarías pensando que te había dado plantón.
  -La verdad es que sí -me sincero.
  -Aunque tenga esa pinta, no soy de esos.
  -Ya.
  -¡En serio! -dice entre risas- Te habría llamado para decirte que no me esperases.
  Lo vuelvo a mirar.
  -Te creo -por algún extraño motivo, realmente le creo.
  -¿Eran tus padres? -pregunta en un intento por dar un giro a nuestra conversación.
  -Sí.
  -¿Son bastante jóvenes, no?
  -Mi madre me tuvo con veintiún años. Ahora voy a tener un hermano.
  -¡Felicidades!
  -Gracias. ¿A dónde vamos?
  -¡No lo sé! -dice divertido- No sé dónde estoy. Estaba conduciendo por donde se me antojaba.
  Nos reímos al unísono.
  -Son las nueve y media. ¿Te apetece comer algo? -le propongo.
  -Tengo mucha hambre. Vamos donde quieras, pero me indicas el camino.
  -Está bien.
  Es increíble notar cómo mi expresión ha pasado de total timidez y mosqueo a una gran sonrisa que no se va.
  De repente soy consciente de que todo este tiempo la radio ha estado sonando, pero no le había prestado atención. Suena Here you come again de Dolly Parton. El sonido de la música resalta en medio de nuestro silencio, hasta que Eliot suelta una pequeña risita.
  -Es una radio de éxitos de los años setenta a los noventa. Qué vergüenza -dice Eliot mostrándose realmente avergonzado.
  -¿Vergüenza por qué? Me gusta.
  Para demostrárselo, tarareo un poco de la canción pero en un tono muy bajo. “Here you come again, looking better than a body. Has a right to...”
  -Se te da bien -dice Eliot.
  Sonrío pero no digo nada. Empiezo a indicarle el camino a Eliot para dirigirnos a un pequeño restaurante de comida rápida al que solía ir con la banda del instituto después de cada partido. No he ido desde el último partido del instituto, hace algo más de un año. Era el sitio al que íbamos los de la banda, mientras los jugadores y las animadoras iban a una gran fiesta improvisada en cualquier sitio. Nosotros, comíamos en Great Allegheny Bar, aunque nuestro equipo hubiera perdido. Lo pasábamos en grande. Eran los únicos momentos que tenía de sociedad en mi vida. A veces, el dueño Mike, sacaba su vieja guitarra para que yo tocara algo. Yo me sentaba en una silla y todos me rodeaban. Afinaba la guitarra y tocaba la última canción que había compuesto. Todos me aplaudían y después cada uno de nosotros volvíamos a nuestra solitaria vida de pardillo.
  Al ver la entrada del restaurante, buenos recuerdos me invaden. Al entrar, todo sigue igual que lo recuerdo, excepto los camareros. Son más jóvenes que los que antes había.
  Nos sentamos en una mesa junto a una ventana. Pedimos refrescos y unas hamburguesas acompañadas de patatas.
  -Veo que eres una chica con un buen apetito -dice Eliot.
  -Como más de lo que mi imagen sugiere. ¿Cómo es que me has sugerido salir a mí?
  -¿Y por qué no a ti?
  -Porque, no sé, hoy en clase te he visto con esa gente... -digo en un tono un poco despectivo.
  -Los he conocido hoy.
  -Y a mí también.
  -Pero tu número es el único que tengo.
  -Oh. Es decir, si tuvieras sus números y el mío también, los habrías llamado antes a ellos.
  -No creas.
  -No te creo.
  -Pues créeme. Si fuera así, significaría que no querría conocerte. Ni siquiera te hubiera propuesto ser compañeros.


2 comentarios:

  1. No sé si te agradecí que te hayas tomado las molestias de entrar en mi blog, Lágrimas de tinta
    pasionporlasletras-lgrimasdetinta.blogspot.com
    Pero tu blog es una pasada, te sigo también. ^ ^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola. Solo si te interesa, ya he subido el nuevo capítulo de la novela Lágrimas Sobre Mi Guitarra. Aquí te dejo el enlace por si te interesa http://inmapequenaescritora.blogspot.com.es/2013/06/lagrimas-sobre-mi-guitarra-capitulo-19.html
      Un saludo :)

      Eliminar

Críticas y comentarios