Capítulo 22
-En serio, tengo que venir
un día y ver cómo tu madre prepara estas comidas –dice Kat aún relamiéndose-.
Vaya, ¿qué es esto? –la miro y veo que tiene en sus manos mi libreta de las
canciones. Me apresuro y se la quito de las manos.
-Mi libreta de canciones –la guardo en el cajón de mi ropa interior, que
es el primero que encuentro.
-¿Canciones? ¿Cómo que canciones? Uy… parece que tienes que contarme
bastante. ¿Dónde tienes el instrumento? –Kat empieza a girar la mirada en todas
direcciones como una loca en busca de una guitarra, un piano, una pandereta o
sepa Dios qué.
-Kat, ¡Kat! Para, anda. Era solo una cosa de niños.
-Elige lo que me vas a contar primero: las canciones o Eliot.
-Ninguna de las dos cosas –Kat hace el amago de protestar pero antes
sigo hablando-. Drew.
-¿Dre-qué?
-Drew. Es un chico.
-Déjame pensar… ¿te lo has tirado?
-¡Kat! Eres tan burra… Que no. Déjame hablar.
-Vale pero venga que me tienes con una intriga…
-¿Te has fijado alguna vez en el chico que está siempre frente a la
cafetería?
-Sí, ese del violín, ¿verdad? Como para no fijarme. Está como un tren. Fui fuiuuu. Caballero, ¿puedo subirme a su vagón? –las burradas de
Kat y el hecho de que esté hablando del chico que me gusta no me producen
enfado sino risa.
Espera un momento… ¿he dicho el chico que me gusta?
-¿Qué te ha pasado Ali? Estabas riéndote y de repente te has quedado
blanca como la leche.
-¡Me gusta Drew! Madre mía, que me gusta. Que me gusta. Me gusta.
-Este disco está muy rallado, cámbialo –dice irónicamente Kat-. ¿Te
gusta el bombón? ¿Y qué hay de malo?
-¡Que me gusta Eliot!
-Se supone –resalta- que te
gusta Eliot. ¿Cómo conociste a ese tal Drew?
Procedo a contarle a Kat la historia desde que lo vi cuando vendí la
guitarra. Por primera vez desde que la conozco, Kat me escucha atentamente sin
mediar palabra. Hasta que termino.
-Cásate con Drew.
-Creo que le gusta otra chica. O está enamorado. Se llama Monique.
Además, no le conozco apenas.
-Pero desde el primer momento en que lo viste algo en él te hipnotizó
–dice muy seria.
-Sí…
-Y algo en ti lo hipnotizó a él. Te acompaño a buscar tu guitarra
perdida –Kat con los ojos como platos y entusiasmada como si se fuera a
aventurar en una misión digna de Sherlock Holmes.
-No sé qué voy a hacer. Me puedo comprar una guitarra nueva, supongo.
-¿No tienes curiosidad por saber quién es Monique?
-Sí y no. Me da miedo.
-¿Qué es lo que te da miedo?
-Que me duela… Y luego está Eliot.
-¿Qué vas a hacer con él?
-No tengo idea. Al principio todo parecía tan ideal, tan cariñoso, tan
romántico, tan perfecto. Estuve esperando su primer beso varios meses y cuando
llegó fue como si nada. Y luego cuando me dijo que me quiere… yo no siento eso,
¿sabes? En aquel momento pensé “¿cómo se puede querer a una persona en tan poco
tiempo? Eso no es probable.” Pero ahora que apenas conozco a Drew y siento que
me importa creo que estaba equivocada. Quizá Eliot me quiera de verdad.
-Ali, ya ves que por mi físico a mí ningún chico me va a decir que me
quiere para llevarme a la cama así que deduzco que cuando alguien me lo ha
dicho es porque lo sentía de verdad.
-Tonta.
-Y de verdad que puedes sentirlo. De muchas maneras. Pero ten en cuenta
que no es lo mismo querer que amar. Amar es algo más fuerte. Creo que el “te
quiero” que te dijo Eliot fue con el cariño y el aprecio de un amigo –me
sorprendo ante la seriedad y serenidad de Kat que hasta ahora no conocía-. Pero
créeme si te digo que Eliot es un capullo.
-Sí… esa es otra cosa que está por saberse. Aquel asunto con Steven aún
me quema. ¿Qué hay de vosotros?
-Le quiero –afirma esta vez.
-Me vas a tener que explicar en qué sentido le quieres.
-Le quiero como amigo, pero me importa como algo más. Ali… no lo
conoces. Cuando hemos estado a solas era totalmente diferente. No sé por qué
hizo aquella tontería, lo de que solo quería acostarse conmigo.
-¿Cómo es cuando estáis a solas?
-De sobra sabes que nos hemos enrollado miles de veces aunque no hayamos
llegado a nada más. Pero era cariñoso como nadie nunca lo había sido conmigo.
No era empalagoso, me dejaba mi espacio. Me besaba como si quisiera estar
besándome toda la vida y no como si me quisiera arrancar hasta mi más profunda
entraña. Me cogía de la mano y aminoraba su paso para adaptarse a mis zancadas
de enanita y no tiraba de mí como un perro. Me contó muchas cosas de él como
nadie nunca había hecho.
-¿Por qué no hablas con él? No seas tan rencorosa, al fin y al cabo lo
que hizo no es para tanto. Solo fueron unas palabras tontas para hacerse el
machote delante de otros chicos, pero era algo que él no pensaba realmente.
-Lo sé. Solo quiero hacerle sufrir. Conmigo no se juega –Kat pronuncia
sus palabras como si expulsara hielo de sus pulmones.
-¿Y hasta cuándo lo vas a tener sufriendo?
-Hasta que tú vayas a buscar tu guitarra y averigües algo de Monique.
-¿Chantaje, Kat? ¿En serio?
-Muy en serio.
-Eso tendrá que esperar. Primero vamos a buscarnos unos buenos vestidos
para Año Nuevo que les quite el hipo a nuestros chicos.
-¿A cuáles de tus chicos te refieres? –bromea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Críticas y comentarios