Desde que me
levanté, he hecho el amago de escribir a Drew alrededor de unos mil mensajes
tratando de explicarle brevemente que voy a ir a casa de Monique, pero ninguno
de ellos ha sido enviado. Otras tantas veces he marcado su número y casi he
pulsado en llamada para contarle la situación directamente. Pero no he obtenido
valor de hacer nada de esto.
Estoy a punto
de ir a casa de Monique. Mi madre me ha ayudado a preparar una tarta de manzana
y me ha dado una buena botella de vino. Ella dice que nunca puedes ir a una
cena como invitada a casa de alguien sin un buen vino y, de paso, tampoco sin
un buen postre casero.
Pongo con
cuidado la botella y la tarta en el asiento del copiloto, y cuando voy a
montarme en el coche, Eliot me sorprende aparcando justo al lado. Suelto un
suspiro y me acerco con indecisión. Él sale de su Jeep y me empiezo a poner muy
nerviosa. Tras este parón entre los dos, ahora no sé cómo reaccionar.
—Hey —le
saludo.
—Hola —dice
sonriendo brevemente.
Se acerca y se
pone frente a mí. Nos quedamos callados y, después, me da un abrazo. Yo se lo
devuelvo y, muy a mi pesar, caigo en la tentación. En su tentación. Me acomodo
en el calor de su abrazo, en la sinceridad de su disculpa silenciosa.
—Lo siento
mucho, Ali —me susurra en el oído—. Te he echado de menos estas semanas
—continúa recitando sus excusa—. He estado
pensando mucho, no sé por qué me comporto así. Supongo que no quiero
perderte. Ya perdí a una persona una vez y no quiero pasar por eso otra vez —lo
escucho mientras se separa un poco de mí y me coge ambas manos con las suyas.
—Yo… he estado
muy ocupada, como podrás imaginar.
—Claro, me
gustaría ver a tu hermano, ¿podría? —casi me pide permiso.
—Sí, por
supuesto. Mi madre está en casa —le invito a ir sin mí, recordando mi cita con
Monique. Él tira de mí para que vayamos juntos, pero yo presiono en dirección
contraria.
—Puedes entrar
solo. Tengo que irme ahora —le digo.
—Ah —se queda
boquiabierto—. ¿Podría saber dónde vas? —pregunta, y me apeno de mí misma.
—Eliot, me
gustaría que me dejaras más libertad. Creí que lo del otro día te sirvió de
algo. Si no me dejas respirar, esto no va a funcionar. Ni siquiera estoy
dispuesta a darte otra oportunidad si voy a tener que explicarte a cada sitio
que voy y pedirte autorización.
—De verdad,
quiero que funcione, quiero que me des otra oportunidad. Soy un idiota —dice
ahora en tono cabreado—. Es el miedo de que me vuelvan a dejar.
—Eliot, no
quiero que me vuelvas a recordar eso. Esto es otra historia, yo no tengo nada
que ver con tu ex. Ella es pasado, ¡supéralo!
—Eso ya está
superado, pero ahora hay otro tema que me preocupa.
—¿Qué tema?
—Tu amigo
Drew.
—¿Y qué
pretendes que haga?
—Siento que él
te aleja de mí.
—Dios mío,
Eliot. Cuando te he visto aparecer y me has abrazado, por un momento me he
sentido esperanzada, aliviada, alegre de que estuvieras aquí… y a gusto con tu
abrazo —reconozco débilmente—. Pero ya veo que no ha merecido la pena sentir
todas esas cosas durante tan pocos minutos.
—Solo te digo
lo que siento.
—Además, no
puedes decirme de quién debo ser amiga y de quién no. ¿O es que tener una
relación contigo implica no tener amigos?
—No es eso,
solo es él. No te prohíbo que seas amiga de Kat o de Steven, pero ese tío…
—¿Ese tío? A
ese tío le han pasado cosas mucho peores de las que te han podido pasar a ti. Y
es mejor persona que tú. ¿Sabes? Te voy a ser sincera. Te puedo considerar mi
primer amor, mi primer beso, el primer chico con el que he soñado de verdad,
pero también te puedo considerar mi primera decepción, mi primer desengaño y mi
primer desamor. No por ser una novata en el amor voy a permitir ser manejada
por la otra persona, y menos por una persona como tú. Eliot, esto ha terminado,
y definitivamente. No quiero intentar una relación con alguien que sin apenas
conocerme ya me trata así. Y ahora, me marcho, que tengo una cita.
—¿Con Drew?
¿Ya me has sustituido?
—¿Me estás
llamando zorra indirectamente? —No me
reconozco, ni reconozco este genio y estas palabras que salen de mí—. No te
importa con quien sea mi cita, así que sal de mi jardín y vete a la mierda.
Se queda
callado sin saber qué decir. Me doy cuenta de que mi madre está en la puerta
con el bebé en brazos, así que lo ha debido de ver todo. Me acerco rápidamente
a la puerta para decirle a mamá que no se preocupe y que ya le contaré, y
después le doy un beso a mi hermano y me voy para montarme en mi coche.
Realmente
furiosa, intento calmarme mientras conduzco para llegar a casa de Monique tal y
como iba antes de mi encuentro con Eliot.
A pesar de lo enfadada
y defraudada que estoy con Eliot, no puedo evitar sentirme un poco culpable. En
el fondo él lleva algo de razón. En el fondo es verdad que lo he sustituido parcialmente
por Drew, incluso antes de que lo nuestro acabara.
Cuando voy a
bajarme del coche, ya frente a la casa de Monique, veo que hay alguien junto al
lugar de las dedicatorias. Bajo la luz de las farolas, percibo que es Drew. Mi
corazón se pone a mil por hora y, el alivio que siento ahora no es nada
comparado con el que he sentido al darme Eliot el abrazo. Veo que deja una rosa
y después se marcha de espaldas a mí. Me bajo y corro tras él. Él se gira al
oír mis pasos.
—¿Qué haces
aquí?
—Lo sé todo… —miro
levemente hacia la casa. Él se queda observándome en silencio—. Lo de tu
hermana —le aclaro.
Él, completamente
atónito, me rodea con sus brazos, fuerte, muy fuerte, y dejo que me deje casi
sin respiración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Críticas y comentarios